Descripción
Lo que queda de mi abuela son cenizas de agua.
La veo maquillarse en el cielo.
Dios confundió la belleza con la vanidad
¿a quién no le gusta verse hermosa?
En el envés de algunos que se afantasman, está el cuerpo, y en estos poemas crece lento desde palabras que lo materializan: memoria, huesos, tiempo, niño. Pero el cuerpo que quiere sentir la vida necesita espíritu, para eso respira, recurre al olvido, cenizas y noche. Y se sumerge en un río sombrío que hace meandros y borrascas entre las páginas. Versos de silencio y escritura que toman un nombre: la vida de Yhimmy Echavarría, que también es los otros. Quiero decir cuerpo y espíritu, alma y vacío. Agua lustral para nombrar el mundo. La estatura del hombre que es tantos: su tribu, sus hijos, los ancestros, mineros de Amagá, sus hermanos, la generosa tierra. Sus amores… “su”, del poeta, y como debería ser, de nosotros también. Los amores propios difieren pero son de la misma sustancia. Rostros de lo mismo y lo diverso. Igual condición de la sangre.
Viaje de la memoria es una elegía a lo amado, y nunca perdido, porque con palabras de fósforo se graba en los días. Es una celebración de la vida y un treno, para no olvidar la compasión, el abrazo que nos abrasa en todo.
Javier Naranjo
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